"La imagen más antigua que existe en Córdoba es el Cristo de las Mercedes, que se venera en el altar del brazo del lado del Evangelio de esta Iglesia (del Convento de la Merced). Cuentan los cronistas de la Orden Mercedaria que en 1416 fue a Antequera Fr. Juan de Granada a redimir cautivos, y estando allí vio como en una gran hoguera, encendida en la plaza mayor, iban a arrojar una imagen de Cristo crucificado. Como se trataba de redimir cautivos, creyó Fr. Juan que ningún cautivo valdría tanto como la imagen, y a fuerza de ruegos y dineros la rescató, trayéndola a Córdoba y colocándola en la iglesia del Convento en que era Comendador. Cierta o falsa esta relación, que no nos importa ni hay datos seguros para comprobarla, es cierto que el Cristo es más antiguo de tal fecha, a juzgar por su traza, pudiéndose asegurar que su talla se remonta a finales del siglo XIII o principios, cuando más, del siglo XIV.
La devota imagen empezó, tan pronto como llegó a Córdoba, a hacer prodigios, creciendo por ello su devoción, y en 1602 ya era tanta, que el Corregidor D. Diego de Vargas le costeó una capilla en el brazo de la iglesia, la que ya no existe por reconstrucción del templo. Desde esta fecha se fomentó más el culto, y en 1655 la cubrían seis velos constantemente, velos renovados de continuo, porque las principales familias los costeaban nuevos canjeándolos por los viejos, para conservar estos como reliquias. La diadema y clavos eran de madera y hierro, y los devotos se las cambiaron por otros de plata sobredorada, vinculando los viejos en sus mayorazgos.
Los muros de la capilla estaban cubiertos de exvotos de enfermos curados milagrosamente.
Los seis velos cubrían al Cristo constantemente, y aunque todos los viernes del año se levantaban cinco, siempre quedaba echado uno de velillo de plata transparente, que solo se levantaba el segundo viernes de cuaresma, reuniéndose para este acto ambos Cabildos y acudiendo a adorar a la imagen gentes de todo el Obispado.
Se cuenta que el obispo Fr. Domingo de Pimentel, al ver la imagen, dijo asombrado: Con haber visto muchas imágenes de devoción en España e Italia, no he visto otra de Cristo Crucificado ni más perfecto, ni que haya fervorizado más el espíritu.
Hubo un incendio en el siglo XVII y se le quemó al Cristo la pintura de la espalda, levantándole ampollas, pero no atacó a la madera.
En 1602 y 1650, con motivo de las epidemias de landre, se le hicieron solemnes cultos, sacándole procesionalmente; pues aun duraba la devoción en el más alto grado. Después cesó el culto, no sabemos cuando y hace cuarenta años, aproximadamente, que el Obispo D. Juan Alfonso de Alburquerque, no opinando como su antecesor Pimentel y encontrando la imagen feísima, la mandó quemar. Se salvó nuevamente de la hoguera, y más vale así, porque es obra interesantísima, arqueológicamente considerada..."
Fuente: http://perso.wanadoo.es/viajerosweb/rincones/jardines.htm
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